domingo, 26 de octubre de 2025

LA EMBARRADA DE TRUMP NO TIENE NOMBRE

Por Armando Pérez Araújo 

La decisión del presidente Trump de agredir en lo personal al presidente Petro, su familia y círculo cercano, además de desconsiderada con las instituciones norteamericanas, toca profundamente los intereses de la sociedad de carne y hueso del otrora respetable país del norte. Se equivocan quienes piensan que el insólito trancazo de incluir a la primera dama Verónica Alcocer, que la reconocemos como la primera dama, aunque se presten para discusión las frases del mandatario en un contexto de consideración y solidaridad con ella, al hijo del presidente, Nicolás Petro, al ministro del Interior, Armando Benedetti y al mismo mandatario, en la lista de Nacionales Especialmente Designados, manejada por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, significa una demostración de poderío imperial del condenado presidente gringo. Al contrario, la extravagante e ilegal medida de involucrar absurda e injustamente en la lista que ha sido usada históricamente para señalar a narcotraficantes y a sus aliados, de tal forma que sean sancionados y perseguidos por todas las autoridades que puedan hacerlo, constituye un desconcertante y desmedido abuso, que ha suscitado internamente en Estados Unidos calificaciones cercanas a la debilidad y cobardía del convicto mandatario, incluso, se promueve, a raíz de estos ataques a Colombia y Venezuela, la probabilidad de que le sea declarada la interdicción judicial por incapaz y torpe en el manejo de los intereses superiores de ese país.

Añadamos a la anterior circunstancia colombiana las injerencias visiblemente políticas, igualmente extravagantes, en los asuntos internos de la hermana República Bolivariana de Venezuela, referidas a las constantes amenazas y groserías contra el gobierno de nuestros vecinos, pasando por el asesinato de pescadores venezolanos y/o colombianos y el aleve involucramiento en la manchada designación de la señora Machado en el desprestigiado galardón de Oslo. Creemos, por esas y otras razones que, en las próximas elecciones colombianas, las de marzo y las de mayo, el convicto presidente nos ha servido en bandeja de plata a los demócratas de Unitarios, del Pacto Histórico y los de cualquier otra denominación con banderas progresistas, para ganar ampliamente las mayorías necesarias para transformar sin tener que juntarnos con malas compañías. Lo mismo ocurrirá en la Venezuela hermana, porque allá, por culpa de erráticas rabietas imperiales del magnate frustrado, ahora cuentan, no sólo con un aliado presidente latinoamericano armado con un megáfono en las calles de Nueva York, sino con un mensaje que ha calado en muchos lugares del mundo y especialmente en el corazón de todos los latinoamericanos.

Me dicen, que en el parque de mi natal Sincé, que antes era la plaza de las espontáneas tertulias del pueblo, por antonomasia rincón conservador de la costa colombiana, hoy hacen el raro ejercicio intelectual los sabiondos del municipio, discutiendo públicamente si es que la responsabilidad de la debacle que se advierte en la política de la derecha colombiana está en cabeza del improvisado y desprestigiado cartel de los sapos que inventaron calumnias para viajar a Washington a encontrarse con Leiva y visitar a Rubio para indisponer a Petro, o si los responsables tienen que ver con las travesuras de la casa Pastrana y los hermanos Moreno, quienes fungen como ex colombianos con su propia agenda de negocios. En todo caso, lo que se percibe es que, como consecuencia de los encontronazos de Trump y Petro, el primer resultado político que se reconoce es la necesidad de sacudirnos del ahora explicito yugo imperialista y unipolar y buscar nuevos caminos y visas para otros horizontes sin humillaciones ni tiranías.

miércoles, 22 de octubre de 2025

LAS COYUNTURAS


Por Armando Pérez Araújo

Indudablemente, estamos frente a varias coyunturas de la política internacional colombo venezolana, podríamos decir inapropiadamente inéditas, dadas las antipáticas maneras entronizadas por el gobernante norteamericano y las de algunos miembros de su gallada, caso del típico desadaptado e irrespetuoso Marco Rubio y de sus mediocres aliados latinoamericanos, por ejemplo, la de los peripatéticos destellos de brutalidad política del  desconectado senador ex colombiano Moreno, ni qué decir, de la desconcertante decisión del Comité Noruego del Nobel de regalarle el desacreditado premio a María Corina. Bastaban las imperdonables patanerías del presidente Trump contra los presidentes de Colombia y Venezuela que, desde un comienzo, pintaron signadas como de la peor calaña de la diplomacia internacional, para que los colombianos, los venezolanos y el resto del mundo, comprobáramos que el asunto de declararse guardián de los mares latinoamericanos era una descomunal falacia para presionar un cambio de régimen en procura del control descarado de nuestros recursos energéticos. Asesinar a veintisiete latinoamericanos, pescadores o lo que fuesen, no era lo conducente para enviarle al mundo el errado mensaje de que se trataba de un tema de cuidar la ruta del narcotráfico internacional, al contrario, la elocuencia del sentido común y de las pruebas fácticas y políticas nos han mostrado las evidencias de que todo era parte de una secuencia de crímenes planeados y encuadrados en una esquizofrénica estrategia de desestabilizar nuestros proyectos democráticos en Latinoamérica. 

la gran coyuntura política, la más destacada, es que producto de tantas estupideces juntas, de tantas traiciones a la patria acumuladas, los pueblos de Colombia y Venezuela se han despertado con más bríos, los pueblos y ambos gobernantes se han unido con inusitado vigor, otros pueblos del mundo se han alineado contra el decadente imperio, incluso, militares de alto rango del viejo imperio unipolar se han retirado de sus filas como consecuencia de ello, lo mismo que respetables figuras de la política norteamericana se han expresado con energía y en contra de la tiranía del magnate y sus adláteres.

Tengamos la plena seguridad de que el mismísimo pueblo norteamericano y sus mejores y dignos dirigentes, lo mismo que las variadas expresiones de la democracia del norte, que son los verdaderos y sustantivos pilares del sistema de pesos y contrapesos gringo, se levantarán muy pronto con suficiente energía a favor de la paz del mundo y en contra del cretinismo oficialista de la decadente potencia. la gran síntesis política de hoy es que en las elecciones colombianas del próximo año saldrá avante la deseada e indispensable prolongación de las reformas sistemáticamente saboteadas del presidente Gustavo Petro, una Asamblea Constituyente más radical y progresista, y de contera, por el lado vecino, se atornillarán y defenderán con más razones y argumentos los ideales bolivarianos del proyecto chavista en la república Bolivariana de Venezuela.

sábado, 11 de octubre de 2025

OLOR A PETRÓLEO


Por Armando Pérez Araújo

La gran verdad es que la señora María Corina Machado, sin desconocerle sus evidentes atributos de líder política ultraderechista venezolana, era la menos indicada para que hubiese sido considerada para optar por el deslustrado galardón de Oslo. Su escogencia era la menos aconsejada si lo que se pretendía era premiar sus esfuerzos por la paz de su país o de la región latinoamericana, dado que en no pocas ocasiones gestionó, incluso, suplicó injerencias y arremetidas violentas del imperial poder norteamericano contra la estabilidad democrática de su país. Prueba de su dependencia mental y política de los trazados abusivos de Washington contra la independencia venezolana fue que, inmediatamente le avisaron de haberse ganado el desprestigiado premio, sin pudor ni pérdida de tiempo se abalanzó a llamar de rodillas al anti latinoamericanista presidente Trump a ponerle a su disposición la ridícula medalla y, algo peor que eso, reconocer ante la opinión pública internacional que el desconcertante premio lo aceptaba como un honor que deseaba ofrecérselo como en una especie de homenaje al atrabiliario gobernante del norte.

A estas alturas del partido no se sabe muy bien si el susodicho Premio Nobel de la Paz, obsequiado a la señora Machado por hipócrita cortesía de Washington, contribuye más a denigrar del marchitado prestigio de la controvertida líder, o si, al contrario, habérselo otorgado sin vaselina a una aguerrida partidaria de Trump y de Benjamín Netanyahu, termina enterrando el dudoso valor moral del antes significativo diploma, para no hablar de sus devaneos y complicidades con los enemigos de la paz de los colombianos.

Creemos que la monumental incoherencia del Comité Noruego del Nobel, señalando a Machado ganadora del premio "por su incansable labor en la promoción de los derechos democráticos del pueblo de Venezuela y por su lucha para lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia", constituye el más alto grado de corrupción a que ha llegado el accidentado recorrido del famoso pergamino. Mucha razón tienen quienes afirman sus fundadas sospechas de que en los salones del comité sueco aún se percibe el fétido olor a petróleo, sugiriendo alguna relación causal entre la inusitada condecoración, con los desaforados y explícitos apetitos del crudo

viernes, 12 de septiembre de 2025

MARCO RUBIO

Por: Armando Pérez Araújo

No es posible que nos crucemos de brazos ante el asqueroso espectáculo del gringocubano Marco Rubio, cuando diariamente amenaza y ataca con desparpajo y sin pudor político a nuestros hermanos vecinos y a nosotros los desprotegidos colombianos habitantes de frontera.  Lo grave no es que simplemente hable mierda, y trapee el piso con un jefe de estado, de más jerarquía que él, como ocurre con el presidente Maduro, que es lo que habitualmente hace usando los medios de comunicación del imperio, sino que el bellaco ordene disparar misiles contra gente inocente latinoamericana para comprobar su poderío de hombre de estado y su vocación de matón eficiente. Es muy posible que cada vez que lanza sus gargajos contra la estabilidad democrática de sus medios hermanos latinoamericanos, lo haga para satisfacer la vanidad imperialista y terrófaga del bárbaro Trump, lo cual sería una primera hipótesis, la otra, la más creíble aún, es que el susodicho personajillo se desempeñe como un obediente actor de reparto de quienes desesperados buscan las millonarias reservas petroleras de los venezolanos, para repartírselas. En todo caso, lo que más indigna es la tolerancia y estulticia de la dirigencia regional, me refiero a la del costado colombiano, a nuestros dirigentes y gobernantes locales, algunos patrocinando con su silencio cómplice la descomunal maldad del grosero exponente de la peor codicia imperialista, otros alineándose a favor de la estupidez del genocida de marras y sus adláteres. Toca advertir que el presidente Petro sí ha sacado la cara por Colombia, a la altura de sus responsabilidades y de la difícil circunstancia internacional, él ha estado erguido y valiente en la defensa de la soberanía latinoamericana.

viernes, 5 de septiembre de 2025

HIPOCRESÍA, SINCERIDAD Y DESHONESTIDAD

 Por Armando Pérez Araújo

Una cosa es la simple y llana doble moral, otra la elemental simulación y otra, la peor, que es muy parecida pero diferente, que es la insinceridad intelectual o impostura como postura política o como bandera electoral. Para ilustrar mejor el tema, me permitiré traer a cuento algunos episodios de diferentes tipologías, pertenecientes a casos de mi propia cosecha: Recuerdo que una vez, cuando me atreví a lanzarme a la Asamblea Departamental de La Guajira fui víctima de una de las tantas patologías de la siquiatría política que fue la de la sistemática y criolla engañifa, cuando recibí la falsa adhesión de un mentiroso personaje que decía ser el corregidor de Matitas y un juicioso seguidor mío en cada una de mis defensas en los diferentes casos en donde yo había sido protagonista. Resultó ser un avezado timador que, gracias a la denuncia de un buen hombre riohachero, fue descubierto, incluso, privado de la libertad por las autoridades. En otra oportunidad fui alcanzado por otro virus de la rancia politiquería peninsular, cuando en una especie de entrampamiento inteligente se me propuso ser el candidato a la gobernación de La Guajira de todas las fuerzas alternativas con asiento departamental. El audaz y convincente colectivo de la más aceptable alcurnia social, aparentemente sólido y lleno de gente supuestamente curtida y comprometida, empezó a desmoronarse apenas sus integrantes fueron sonsacados con las migajas del poder económico que no tardaron en aparecer, aunque expertos, que conocieron la génesis de esta emblemática artimaña, aún defienden la tesis de que, en el caso de marras, lo que ocurrió no fue que mis contendores sonsacaron al colectivo politiquero para desarmar el anillo más importante de la estructura de mi campaña, al contrario, que fue la poderosa y adinerada candidatura adquirente, la que muy pronto recibió el mensaje de la puesta en venta del paquete electoral, lleno de un grueso y atractivo componente de dirigentes de la izquierda riohachera. Tan ramplona y burda la susodicha maniobra que, unos meses después de haberse elegido el nuevo gobernador, sin que el suscrito hubiese puesto una sola coma, la sección quinta del Consejo de Estado le anuló la elección al mayorista y acaparador candidato, por una maniobra comprobada denominada doble militancia. En todo caso, debo decir que tengo en mi repertorio un buen acumulado de casos en donde la carencia de sinceridad y honestidad política de ciertos dirigentes locales estragan la confianza necesaria para actuar en democracia en estas lejanas tierras de nuestra enclenque convivencia política.  Adicionalmente, y por todo lo anterior, condenamos la asquerosa compra de votos, las engañifas, lo mismo que la compra de electores poderosos, como ocurrió recientemente con aquél tristemente célebre senador conservador que adquirió un lote de más de diez concejales de Uribia, acaparando una buena tajada del componente electoral, incluso, del espectro participativo de la etnia wayuu, de este departamento caracterizadamente indígena.

Sin embargo, lo que nos luce como de la peor deslealtad o deshonestidad política con La Guajira no es eso, es la que proviene de la izquierda de otros lares, la avalancha de candidatos que llega consuetudinariamente de las populosas ciudades del país, o de poderosas organizaciones sociales, a pescar votos al detal, pero que sumados son cientos de miles, que impiden nuestras posibilidades matemáticas de acceder al Senado de la República. Dicho de otra forma: nos hace menos daño político y moral, las incursiones de las cuadrillas de invasores electorales, como Carlos Trujillo, ataviados con las alforjas repletas de Olmedo y Eneyder, cuando trastean 10 o 15 mil votos de un solo trancazo, que cuando llegan cientos de compañeros progresistas o izquierdistas a llevarse, sin necesidad, cada uno, dos o tres mil votos de gente presuntamente democrática. Digo sin necesidad, porque la gran mayoría ya vienen elegidos de sus regiones de origen. Que me perdonen esos compañeros, pero esa jugadita no es nada diferente a una elemental ruindad política contra la región más jodida del país. Seré Senador por Causa Colombia y Unitarios, a pesar de esos riesgos.

miércoles, 13 de agosto de 2025

Ligereza del Gobernador


Por Armando Pérez Araújo

He escuchado al gobernador Jairo Aguilar expresarse de tal forma desmedida contra el presidente legítimo de los venezolanos Nicolás Maduro Moros y gran parte de sociedad del hermano país, que no nos deja otro camino que desautorizarlo y proponer que más ciudadanos lo desautoricen. Lo grave no es que incurra en elementales errores de un principiante de la ciencia política como afirmar que el Departamento de Estado de los Estados Unidos es un organismo internacional, tal vez, pretendiendo anticipadamente legitimar la obtusa obediencia a un gobierno arbitrario extranjero. Lo grave es que se apoye en tremenda estupidez del gobernante gringo y sus secuaces para intentar legitimar otras estupideces como las entronizadas hace pocos años por el tristemente célebre presidente Duque con su también estúpida maniobra denominada cerco diplomático, que terminó en un casi inevitable cerco militar, con la que pretendía alcahuetear los apetitos terrófagos expansivos del mismo gobernante atrabiliario gringo de hoy, el señor Trump.

El doctor Aguilar, perfectamente podría estar en desacuerdo con las iniciativas del presidente Petro y Maduro, pero debe recordar que él es el gobernador del departamento de La Guajira y que sus competencias no le permiten ni aconsejan abrirle un nuevo hueco a la diplomacia de los dos países hermanos. Su deber constitucional  y de hombre de frontera es la mesura y entender, con la grandeza que debe tener un servidor público con talante patriótico responsable, que no le queda bien enfrentarse groseramente a las exclusivas atribuciones del presidente colombiano de dirigir la política internacional, mucho menos si los cuatro dedos de frente de cualquier analista de la política norteamericana indican que lo que se traen entre manos Donald Trump ,Marco Rubio y demás cómplices, no es nada diferente que inducir una guerra entre nosotros, Colombia y Venezuela, para ellos atrapar las grandes posibilidades de nuestros recursos.

Usted, señor gobernador, quiero creer que sin proponérselo y sin premeditación alguna, está exponiendo la seguridad de la guajira indígena, algo peor que lo que hizo el presidente Duque en el pasado, la vida de muchas personas, cuando azuza a los gringos para que lleguen a apagar un incendio y quedarse, incendio que no existe en la frontera hermana, diferente al que los presidentes de ambos países hermanos han identificado como una causa común y bolivariana, que es acabar unidos con el poder multinacional del narcotráfico.

Señor gobernador Aguilar, échele por favor un repaso al Preámbulo de la Constitución colombiana y le recomiendo que se concentre en el acápite donde dice que una de nuestras obligaciones, diríamos la más importante suya en esta circunstancia, es “fortalecer la unidad de la Nación y asegurar a sus integrantes la vida, la convivencia, el trabajo, la justicia, la igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz, dentro de un marco jurídico, democrático y participativo que garantice un orden político, económico y social justo, y comprometido a impulsar la integración de la comunidad latinoamericana..”